jueves, 21 de mayo de 2009

The aftermath




Yo, que soy bastante aficionado al atletismo, siempre me acuerdo de la historia de Hicham el Guerrouj, plusmarquista y tropecientas veces campeon mundial de 1500 y 5000 metros. En 1996, El Guerrouj justo acababa de empezar a dar los primeros pasos de su exitosa carrera. El año anterior habia ganado el titulo mundial de los 1500 en pista cubierta y la plata en los mundiales al aire libre, y todo ello le convertia en uno de los grandes favoritos para los Juegos Olimpicos de Atlanta. Pero en la final, en mitad de la carrera tropezó y cayó al suelo. Aunque se levantó y siguió corriendo, ya nada pudo hacer y al cruzar la meta rompió a llorar desconsolado.

Una vez en un documental sobre la vida de El Guerrouj, vi como el tipo se habia colgado en su habitación un poster gigante con la foto de la final de Atlanta. Decia que cada mañana le servia de motivacion para salir a entrenar y machacarse al máximo.

La carrera de El Guerrouj a partir de 1996 está, como digo, tan llena de éxitos que es considerado por muchos como el mejor mediofondista de la historia. Sin embargo, el oro olímpico seguía negándosele. En Sidney 2000 volvió a correr los 1500 y un error de estrategia acabó con sus opciones y tuvo que conformarse con la plata. En Atenas 2004, en su última oportunidad, decidió correr sus dos pruebas, 1500 y 5000, lo cual muchos consideraron una temeridad, dado que ambas carreras están muy juntas y prácticamente no hay tiempo para la recuperación. El Guerrouj corrió y ganó los dos oros, algo que nadie había conseguido en los últimos 80 años, desde que lo hiciera el finlandés Parvo Nurmi en 1924.

Y yo no puedo evitar pensar en ese hombre que cada mañana, durante 8 años, al levantarse de la cama lo primero que veía era una fotografía que plasmaba la mayor de sus decepciones, el momento más duro de su carrera profesional. Y la verdad, no soy capaz de imaginar lo que ese hombre pudo sentir 8 años después, cuando por fin obtuvo el premio que tanto tiempo llevaba persiguiendo. Un premio a la constancia y a la dedicación, a la capacidad de superación, al no dejarse vencer por las dificultades.

A lo largo de nuestra vida, todos nos tenemos que enfrentar con situaciones difíciles, momentos en los que las cosas no nos salen bien, que nos golpean directamente donde más nos duele. Instantes que dan al traste con todo nuestro esfuerzo o nuestras ilusiones.

No podemos prever esos momentos. No podemos elegir cuándo van a venir ni cómo nos van a afectar. Pero lo que si podemos elegir es, una vez pasado el temporal, qué hacer con ellos. Al final es uno mismo quien decide cómo le marcan las experiencias difíciles que vive. Todo se puede enfocar de diferentes maneras, y una situación difícil puede pasar a convertirse en la mayor de las motivaciones o ayudarnos de cara a afrontar mejor situaciones similares en el futuro.

Y si somos capces de hacer eso, tal vez dentro de 8 años recojamos nuestro premio. Y entonces sabremos lo que se siente.

Tiene que estar bien.

Audio: It's my party (Leslie Gore) and Bulletproof...I wish I was (Radiohead)

domingo, 3 de mayo de 2009

Diarios de bicicleta

Bitácora del capitán. Fecha espacial 03032009 (Dia 1).

Me he comprado una bicicleta en una tienda de segunda mano. Mi bici es la más bonita del mundo mundial. Es azul como el cielo y estilizada como una gacela. Es una bici de paseo, pero con marchas y con dos luces de dinamo que espantarían la oscuridad del mismísimo infierno. La he comprado en una tienda regentada por un turco en la que no sólo se venden bicis de dudosa procedencia, sino que también se arreglan zapatos, se hacen copias de llaves y estoy seguro que, en caso de necesidad, se afinan pianos y se realizan operaciones de fimosis.

El turco quería 85 euros por ella, pero como he ido con otro amigo que también se ha comprado una, me la ha acabado dejando por 65 y con un candado de regalo. Es una auténtica ganga!

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Dia 10.

Cada día estoy más contento con mi bici. No sé como he podido vivir prácticamente un mes sin ella. Llego a todos sitios en un abrir y cerrar de ojos y se acabó el pagar los 2.10 € (si, si, han leído bien, dos euros con sus diez céntimos) de cada viaje sencillo en transporte público. Casi todo el mundo que conozco ha pagado el doble por bicis que no valen ni la mitad que la mía. Está mal que yo lo diga, pero soy un lince.

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Día 25

A riesgo de ser repetitivo: My bike ruleees, maaaan!

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Día 35

Hoy ha dejado de funcionar el freno de atrás de mi bici. En fin, cosas que pasan. Algún día de estos cuando tenga tiempo a ver si lo arreglo, pero de momento sigo teniendo el de delante y total, para ir por ciudad no necesito más. ¡Mi bici sigue siendo el pollo con cebolla! (nótese el elegante recurso para evitar caer en el lenguaje soez)

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Día 40

No sé que pasa, pero hoy me siento más inseguro que de costumbre a lomos de Anacleta (no pongan esas caras: evidentemente, mi bici tenía que tener un nombre!). El manillar parece que está un poco suelto... Coño! (a la mierda mis esfuerzos por evitar el lenguaje soez), pero si la tuerca que une el manillar con el cuadro se está rajando! Esto si que debería arreglarlo cuanto antes porque cualquier día me quedo con el manillar en la mano y vas a ver tu que gracia.

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Día 44

Sorprendentemente, el problema del manillar no sólo no se ha arreglado espontáneamente sino que incluso ha ido a peor. Ahora vibra como un martillo pneumático y cada vez que monto a Anacleta voy con el alma en vilo. Sin embargo, la bici sigue en estado de "utilizabilidad" y como soy un vago de tipo y tamaño, creo que aún aguantaré unos días más antes de llevarla a la tienda.

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Día 45

Mi astuta decisión de postergar unos días más la reparación me ha permitido comprobar como el cable del freno delantero saltaba por los aires, dejándome con la suela de mis zapatos como único (y hemos de decir que no muy eficaz) sistema de frenado. Todo ello, claro está, mientras iba montado en la bici. Si no han probado nunca a quedarse sin frenos con la bici en marcha se lo recomiendo. Unas risas.

Risas las que se debe estar echando el cabrón del turco mientras se toma tintos de verano con aceitunas y "kartoffelsalats", merced a mis 65 euros. Como le vea por la calle, os juro que no respondo.

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Día 48

Increíblemente, han pasado tres días y sigo sin llevar mi bici a arreglar. Cada vez que cojo la bici pierdo 2 años de vida del miedo que llevo en el cuerpo. De mañana juro que no pasa, se la llevo al turco y le armo la marimorena. Joder, que le pasa a este candado que no se abre? Crack!

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Bitácora del capitán. Fecha espacial 03052009 (Epílogo).

En efecto, la llave se rompió (afortunadamente no se quedó dentro del candado: cualquier situación es susceptible de empeorar) y me tuve que traer la bici a cuestas hasta casa, quedando ante medio Heidelberg como un vil ladronzuelo de bicis, con el agravante de diurnidad y alevosía. Eso sí, los alemanes son gente educada y aunque seguro que casi todos lo pensaron, nadie me dijo nada.

Durante varios días he intentado abrir el candado de mi bici con un clip y el hierro de un "Pilot", al más puro estilo McGyver. En el tiempo en que McGyver, con las mismas herramientas, habría construido un coche de carreras de 8 cilindros, con su KERS y sus alerones con difusor, yo sólo he logrado inutilizar varios clips, hacerme unas cuantas heridas en los dedos y blasfemar mediante expresiones que yo mismo ignoraba conocer.

Es el momento de reconocerlo: mi bici es una castaña. Y yo no soy un lince sino un auténtico pardillo. La verdad (aunque dura) os hará libres.

Miro a mi bici, que está en mi habitación, a un lado de mi cama. Parece tranquila. Seguramente ignora que estoy a ESTO de tirarla por la ventana y tirarme yo detrás (no para suicidarme, sino para asegurarme de destrozarla completamente).


Audio: Bycicle race de Queen (I want to ride my biiiiiicycle, biiiiiiicycle...)