viernes, 20 de febrero de 2009

Las Crónicas Neozelandesas. Día 2: Te Anau

- ¿Quierés que te cuente un secreto?
- ¡Vale!
- Pero es un secreto muy bonito...me tendrías que dar a cambio tu colección de canicas.
- Mmmm...no sé...
- ¡Venga, que te gustará mucho! ¡Ya verás cuando te lo cuente!
- Bueno, va...aquí tienes...¿cuál es el secreto?
- Pues... ¡que los Reyes son los padres!
- ¡¡Pero será hijoputa!!

(Conversación ficticia)


La nave se mueve, lenta, inexorable, rasgando las tinieblas que la envuelven, oscuridad casi absoluta, sólo interrumpida por las pequeñas constelaciones que aquí y allá salpican el cielo, como si de manchas de pintura se tratase. Si extendiese la mano, podría tocarlas, pero no quiero alterar en nada la magia de la que estoy siendo testigo. El silencio también es total, salvo por el golpeo periódico del remo sobre las aguas.

Estoy en las cuevas de Te Anau (conocidas por los antiguos maoríes como Te Ana-hinatore , "las cuevas fosforescentes"), y lo que veo a mi alrededor no son estrellas, sino luciérnagas. Os podéis hacer una idea del panorama con la foto de arriba, que si bien no es mía (no estaba permitido hacer fotos y yo casi siempre soy un chico de lo más obdiente, así que la he sacado de internet), si que se parece bastante o incluso mucho a lo que allí ví.

Si a estas alturas de la película estás pensando que la luciérnaga es un bicho fantástico y piripitiflaútico y te estás planteando encargar 7 docenas en e-Bay...



...think twice! Sí, lo sé soy un cabronazo, me he cargado toda la magia del asunto de un plumazo , pero estoy en mi obligación de informar al mundo del ser tan teremendamente asqueroso que es la luciérnaga. Y no porque me hayan hecho nada, pero es que luego hay otros pobres animales, como el sapo cornudo del Brasil, con fama de repulsivos y que no le llegan a la luciérnaga ni a la suela del zapato. Me viene a la mente otra coplilla (no temáis, se me están empezando a acabar) que reza así:

- ¿Por qué encubriste, gusano,
La fealdad de tus formas,
Con ese corsé dorado
Y esas alas primorosas?
- Vestíme - dijo el insecto -
Con alas de mariposa
Porque así no hay en la vega
Nadie que me reconozca
Y las mismas flores castas
Que retiraban sus hojas
Al contacto de mi baba venenosa
Hoy ciegas, embelesadas,
Al resplandor de esta pompa
Me ofrecen incautamente
Sus virginales corolas...
¡Sin sospechar que las robo
la rica miel que atesoran!

Cuantas veces (afortunadamente, no siempre) en la vida pasa eso, que las cosas no son lo que parecen, que una forma hermosa encierra un fondo de belleza dudosa, no es oro todo lo que reluce, y tampoco en el caso de la luciérnaga, que brilla únicamente para atraer a sus presas, ignorantes de la invisible, fatídica telaraña que entre ellas y la misteriosa luz se extiende, inconscientes también que bajo el hermoso reclamo de la luz centelleante se esconde un bicho que le daría asquete hasta a Felix Rodriguez de la Fuente, por poner el tío más amante de la naturaleza que me viene a la cabeza.

En fin, segundo día de viaje y día de transición. Muchos kilómetros con el coche y poca chicha, a parte de las mencionadas cuevas, para llegar hasta las cuales había que atravesar el lago Te Anau, segundo más grande de NZ y con un atardecer bastante chulo, como se puede apreciar en la siguiente fotografía tomada desde el barco:


La propia isla de las cuevas tampoco estaba mal, bosque profundo hasta la misma linea de playa:

aunque la verdad es que tampoco nos dejaron demasiado tiempo para triscar por ahí. A parte de eso, yo también destacaría el desayuno que nos pimplamos:


pero claro, esta es una elección muy personal y puede que a vosotros os de bastante igual ver una foto de un plato de huevos fritos con salchichas. Pero como quien escribe el blog soy yo, pues esto es lo que hay.

Y como ya son la 1.30 y estoy más cansado que una mula (que una mula cansada, se entiende), por hoy lo dejo...volveremos próximamente con las Crónicas Neozelandesas, 6 more chapters yet to deliver!

2 comentarios:

  1. El vídeo no tiene precio...da escalofríos.

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  2. Ja, ja...pues imaginate, a mi me pusieron uno parecido justo después de visitar las cuevas, cuando todavia estaba con la boca abierta por lo bonito que era todo. Menudos hijos de fruta!

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