domingo, 8 de febrero de 2009

Dios los cría...


Lo inevitable ha sucedido: llevo tres días en Heidelberg y ya conozco más españoles que alemanes. Y menos mal, porque si por los alemanes fuera estaría bastante muerto del asco, que no os creáis que a ninguno de los del Insti se les ocurrió preguntarme qué iba a hacer el fin de semana, ya no digamos proponerme algún plan (bueno, seamos justos, uno si que me pregunto.) Y, ojo, eso no significa que no sean majos, que lo son y mucho. Simplemente son alemanes y funcionan de otra manera. Por ejemplo, hubo uno que pasó 5 o 6 veces por delante de mi mesa porque trabaja en el despacho de al lado (es un despacho interior y hay que atravesar el mio para entrar) y no se le ocurrió pararse a presentarse. O tal vez si se le ocurrió pero lo descartó rápidamente, porque estos alemanes en horas de trabajo no se andan con coñas y no paran ni para mear, son la eficiencia personificada (en este caso, llevan la fama y además cardan la lana.) Sin embargo luego coincidimos a la hora de marchar y resultó ser un tío muy simpático.

Lo de haber conocido a la colonia española se lo tengo que agradecer a Bruno, que me puso en contacto con su amiga Cris, una chica super maja (un besito si me estás leyendo, Cris!) que me ha sacado por ahí viernes y sábado noche y me ha presentado un montón de gente. La noche de Heidelberg es divertida e invita al bailoteo (más que nada para evitar que a uno se le congelen las extremidades y se las tengan que amputar, madre mía QUÉ FRIO QUE HACE!) La música que uno puede escuchar por estos lares es exótica y llena de nuevos matices para alguien recién llegado de España. Para muestra, ayer en una fiesta universitaria logré escuchar la siguiente secuencia de canciones (no os preocupéis si alguna no la conocéis, yo es que me he integrado muy rápido):

1) Dame más gasolina (Unknown author)
2) Suerte (Shakira) [Contiiiigo, mi viiiida, quierooo viviir la vida]
3) Volaré (Gipsy Kings) [Volaréeeeeee, uooooh ooooh]
4) Lambada [na niiii, na ni na nii, ni na ni na ni na ni na niiiiiiiii]

Claro, uno no puede sino sentirse mal por los alemanes. Y no lo digo por su horrendo gusto musical (que al fin y al cabo, el nuestro es igual de malo y encima lo exportamos), sino porque en España no recuerdo yo haber escuchado ninguna canción en alemán en los últimos, digamos 28 años (bueno sí, alguna de Ramstein y puede que últimamente Tokyo Hotel pero no mucho más, nada comparable con el enorme tributo del que fui testigo ayer noche.)

Hoy he tenido el "brunch" este del que os hablé el otro día. La verdad es que me ha quedado una tortilla bastante decente (ver foto...no me digáis que no está diciendo "cómeme"), lo cual no estaba nada claro teniendo en cuenta el número de tortillas que había hecho hasta ahora en mi vida, que eran, aproximadamente, más de una y menos de tres. Ha estado bien, aunque, salvo una matemática quebecoise y yo, todo era gente bastante mayor, de 40 y tantos en adelante. En cualquier caso lo he pasado bien y probado cosas típicas de sitios tan remotos como Hungría, Taiwan, Brasil o la propia Canadá. Una cosa que me ha llamado la atención es lo bien que hablaba todo el mundo alemán, yo me esperaba que las conversaciones tuvieran lugar en inglés y de eso nada monada, menos mal que la canadiense tampoco sabía demasiado y eso me ha salvado un poco. Pero incluso había tres estadounidenses, que para esto de los idiomas suelen ser bastante poco receptivos, que los tíos hablaban mejor que Angela Merkel. A ver si me pongo las pilas y me lanzo a la piscina, que es la única manera de avanzar. Hay un programa en la universidad de intercambio de idiomas, con el que te ponen en contacto con alguien que quiera intercambiar alemán por tu lengua (me refiero a tu idioma, no penséis mal, que ya os conozco), seguramente me apuntaré porque es otra buena manera de intentar conversar sin que importe demasiado si pareces estúpido o no.

Bueno, pues por hoy lo dejo, que quiero empezar a escribir también las crónicas neozelandesas (y además si no me voy a quedar sin cosas que contar, que después de una semana ya no pasarán tantas!). Otro día os hablo del instituto y profundizo en lo de la eficiencia de los alemanes (o "como se puede bajar a comer a un sitio que está a 15 minutos de tu despacho, comer, volver al despacho, y en todo ello tardar menos de 32 minutos".) Pero eso será otro día! Mientras tanto, besos y abrazos!

1 comentario:

  1. Mis más sinceras felicitaciones por la tortilla, a ver si alguna vez que te vaya a visitar, ya sea a Alemania o a Polonia, me enseñas la receta.

    Y el bailoteo, eso lo llevas tú en el cuerpo...

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