sábado, 7 de marzo de 2009

Ante la ley (II)


(Leer primero la entrada anterior, "Ante la ley")

Busco el mágico reino de Oz. Sólo tengo una vaga idea de dónde podría encontrarse, y en lo más profundo de mi ser sé que jamás lograré estar ni tan siquiera cerca de allí. Pero sigo caminando, por alguna razón no puedo detenerme. A mi alrededor todo son tinieblas y no veo a nadie más; puede que, al igual que las puertas de la Ley del cuento de Kafka, la ciudad buscada por cada persona se halle en un lugar diferente, solamente destinado a ella; pero también podría haber otros muy cerca, perdidos como yo, vagando erráticamente en busca de un imposible que quizás ni siquiera importe. Puede que nadie más busque.

Cada cierto tiempo doy un paso en falso, en la dirección equivocada, un movimiento que me aleja un poco más de mi ya de por sí inalcanzable destino. Soy consciente de mi error apenas un instante después de cometerlo, antes incluso de que el estridente silbido de la flecha rasgue el aire a escasos metros de mí. El Arquero nunca hierra el blanco, al menos nunca lo ha hecho hasta ahora. Con una precisión casi inhumana, desafiando la densa telaraña de oscuridad que todo lo invade, castiga inexorablemente todos y cada uno de mis deslices.

Lo que debería ser tan sólo un instante deviene una eternidad. Siempre es así. Puedo sentir como el frío metal se va abriendo paso poco a poco. Percibo cada fibra que es desgarrada, cada vaso que se rompe, cada terminación nerviosa que se interpone en su camino. Es un sufrimiento que trasciende las posibilidades del lenguaje. Decepción, culpabilidad, arrepentimiento, ira. Todas ellas y ninguna, con una intensidad tan insoportable que por momentos uno teme enloquecer. Luego todo pasa. El silencio vuelve a adueñarse del espacio y del tiempo y yo reemprendo la marcha; después de unos pocos pasos ya no estoy seguro de que nada de esto haya ocurrido realmente.

Hoy por vez primera he pensado en la posibilidad de que esos pasos en falso no sean fortuitos. Al principio me pareció absurdo, pero la idea ha ido cobrando lentamente fuerza en mi cabeza, hasta un punto en que ya no soy capaz de descartarla. Tal vez, después de todo, sea verdad que el vértigo no es el miedo a la caída sino más bien el espanto que despierta en nosotros el deseo de caer, de hundirnos en una profundidad que en el fondo nos seduce y nos atrae. Hay algo poético en el dolor, en sentirse desgraciado. Hay también algo noble y purificador en el hecho de descargar un látigo voluntariamente contra los propios hombros, aunque puede que esto sea simplemente una mentira que nos permite seguir caminando, ir cubriendo nuestros errores con un delicado velo de irrealidad.

Es posible que simplemente busque el final, el día en que una flecha más certera que las demás acabé con mi infructuoso deambular. Sin embargo ninguna de estas posibilidades me convence por completo. En realidad sospecho que comprobar la presencia del Arquero hace que, durante unos breves momentos, me sienta menos solo, que por un instante todo cobre sentido. Me pregunto si no seré yo mismo quien ha creado las tinieblas. Si no existieran, puede que me viera obligado a reconocer que soy yo quien dispara las flechas. Y tal vez eso sí sería demasiado duro.


Credits: ARCHER DRAWING by Sheldon Goh

5 comentarios:

  1. Grande!

    Ya te dije una vez lo que pensaba de esto...

    Y que mi primer comentario tenga que ser este...

    anda, anda que como te pille!

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  2. Ja, ja...macho, a ver si aprendemos a contar, después del 1 viene el 2 ;-)

    Abrazos!

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  3. Enhorabuena, me ha encantado...y quería decir que en mi caso sé que yo mismo he creado ciertas tinieblas, y sí, "hay algo poético en el dolor, en sentirse desgraciado", o al menos eso nos gusta creer cuando la autocompasión, aunque no nos percatemos de ella, pues puede ser muy sutil, nos hace sentir en cierta manera únicos. Yo me he llegado a engañar a mí mismo atribuyéndome cierta exclusividad del sufrimiento que no era más que un delirio, un mito personal; sólo hace falta abrir mucho los ojos y ver que la oscuridad está densamente poblada.

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  4. Muy bien escrito, pero creo que demasiado profundo para un superficial como yo.
    Un abrazo Javier!

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  5. Gracias K., me alegro de que te haya gustado. Las felicitaciones siempre gustan, pero cuando vienen de alguien con un talento para la escritura como el tuyo, pues es ya la repanocha en vinagre. Puede que la consciencia de estos dos hechos, de que tal vez somos creadores de parte de nuestras tinieblas y de que desde luego no estamos sólos en ellas, sea precisamente el primer paso hacia la luz.

    Penkamuska, si tú eres un superficial, entonces apaga la luz y vámonos ;-) Abrazos, nos vemos el lunes como tarde!

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